viernes, 5 de septiembre de 2014

Stoner: la historia de un hombre que nace, crece, se reproduce y muere

Así de simple, y así de perfecta. Stoner (John Williams, 1965) me ha pillado de sorpresa y con la guardia baja. Aunque compré el libro debido a las numerosas críticas positivas y entusiastas que encontré por internet, no me imaginaba la delicia que estaba a punto de leer. Intento buscar una palabra que haga justicia a la novela que he leído, y solo se me ocurre decir que es una novela delicada, perfecta y simplemente delicada.

No le falta ninguna palabra, no le sobra ninguna. Jamás me había conmovido tanto una historia simple, sin asesinos, ni intrigas, ni dramas inesperados. Es la vida misma, una vida como otra cualquiera, de un hombre que, en vista a sus decisiones vitales, podría pasar por un conformista sin más, pero que John Williams nos presenta tan intensamente que podemos palpar su grandeza, la grandeza de su simpleza. Acomodadizo, sí, pero Stoner es un hombre fiel a sí mismo.

No os puedo contar nada, no ocurre nada que pueda servir de reclamo para llamar vuestra atención. Como ya adelanto en el título, Stoner es la historia de un hombre que nace, crece, se reproduce y muere. Pero qué hombre, qué historia. Tan agusto me sentí leyendo Stoner, que tuve que buscar el momento propicio para acabarlo, sabiendo que necesitaría saborear el rastro que sus palabras dejarían al final, al igual que el sabor que el buen vino nos deja en los labios.

Ésto es literatura de la buena. Es una oda a la vida.

Así que, lector/a, compra el libro, ponte cómodo y disfruta de la (extra)ordinaria vida de Stoner. No te defraudará.

P.S.: No podía irme sin transcribir este fragmento sacado de Stoner  de un profesor universitario describiendo a la universidad. Sin palabras.

Y así la providencia, la sociedad, o la suerte, como quieras llamarlo, ha creado esta cabaña para nosotros, para que podamos refugiarnos de la tormenta. Es para gente como nosotros por lo que existe la universidad, para los desposeídos del mundo; no para los estudiantes, ni para la altruista búsqueda de conocimiento, ni por ninguno de los motivos que se aducen por ahí. Nosotros distribuimos el raciocinio y permitimos el acceso a él a algunas personas comunes, a aquéllos que encajarán mejor en el mundo. Pero se trata sólo de un barniz protector. Al igual que la Iglesia en la Edad Media,a la que le importaban un bledo los seglares e incluso Dios, también nosotros sobrevivimos gracias a nuestros engaños.


Stoner