El calendario y un París muy gris, me piden a gritos
escribir sobre ella.
Estoy visualizando
unas callejas empedradas, de esas en las que se hace imposible andar con tacón.
Estoy intentando transportarme al lugar donde el sol brilla fuerte, muy fuerte,
incluso en invierno. Aunque también llueve y, cuando llueve, es con intensidad.
Allí no nos andamos con medias tintas. Estoy pensando en la herencia musulmana,
los arcos de la Mezquita, las teterías; y en la herencia judía, esas Juderías de calles estrechas y sin
salida, las sinagogas; rematada después con la herencia cristiana de catedrales
y castillos, que contribuyó a crear la mezcla única que allí podemos
encontrar. Estoy visualizando el bullicio de la gente, las ganas de hablar todo
el tiempo, las risas y si son escandalosas mejor... porque eso es muy nuestro.
Ahora me viene a la cabeza el pan con aceite por las mañanas, los pimientos
fritos en una caseta y muchos, muchos sabores y olores más.
Por supuesto, la añoranza
juega un papel fundamental en la selección de estos recuerdos que invaden mi
mente. Hoy no pienso en la tasa de desempleo, ni en los andaluces que aun
queriendo estar en Andalucía, vivimos en lugares de climas fríos y gente
callada. Hoy pienso en mi Andalucía querida, y en las maravillas que, sin duda,
allí se pueden encontrar.
Feliz día de Andalucía