domingo, 21 de marzo de 2010

Do you believe in Ecosystem Services?

Primero fue el Desarrollo Sostenible, después el Cambio Climático, ahora los Servicios ecosistémicos. El nuevo paradigma ecológico de moda ha llegado.

Un nuevo concepto abstracto diseñado para que los valores medioambientales calen en la sociedad. En lo que a mí se refiere, yo caí rendida ante tal término desde la primera vez que escuché hablar de él, hace ahora casi 6 meses. Para las personas interesadas en conservar el medio ambiente existen diversas estategias. La más antigua y conservadora es la basada en apartar la influencia humana del mismo, sobreproteger el medio (desde mi punto de vista), ya que toda intervención es considerada negativa -ya expresaba esta preocuación en una entrada el año pasado-. Ahora la conservación de los recursos naturales pasa por una nueva fase, en la que se ha aceptado que las personas forman parte del medio y que no tenemos que vernos a nosotros mismos como enemigos, si no aceptar que, queramos o no, vamos a influir en nuestro planeta Tierra mientras sigamos aquí. Los servicios ecosistémicos es un concepto totalmente antrópico, ya que se definen como los bienes y servicios que las personas reciben de los ecosistemas, y van desde la provisión de comida y agua hasta la regulación del clima. El nacimiento de esta tendencia se debe a la necesidad de incluir el verdadero valor ecológico en las decisiones económicas y políticas. Es muy sencillo, si se consiguen crear mapas de servicios ecosistémicos y darle una valoración económica que pemita mostrar el verdadero valor que un área tiene en términos medioambientales, los gobiernos pueden poner estos mapas sobre la mesa a la hora de tomar decisiones urbanísticas, por ejemplo, o de cambio de uso de suelo. En otras palabras, puede que consigamos que se lo piensen dos veces antes de calificar como urbanizable una zona de humedales o una llanura de inundación. ¿Y por qué iban los políticos tener en cuenta estos mapas? os preguntaréis. Pues porque el cuidado del medioambiente está de moda, viste mucho. Como ya decía, a mi me cautivó desde un principio, para mí es el comienzo de la solución a este desarrollo insostenible: si la economía (queramos o no) es la que mueve las decisiones políticas, luchemos por incluir los valores ecológicos en la economía. Una visión muy pragmática, lo sé, pero realista.

Ahora bien, cuantas más palabras bonitas leía acerca de los servicios ecosistémicos, más entusiasmada me sentía con la idea de contribuir a su investigación, pero a la vez más dudas me surgían. Hasta que un profesor me hizo la pregunta..."Do you believe in Ecosystem services?" y no tuve más remedio que enfrentarme a la realidad. Creer que los servicios ecosistémicos, todos ellos, pueden plasmarse en un mapa y reflejar el verdadero valor ecológico es un utopía, una simplificación y, sobre todo, una idea un tanto ambiciosa. Desde el punto de vista científico, es imposible creer en los servicios ecosistémicos. Nos guste o no, existen múltiples servicios que la naturaleza nos da, todos relacionados entre sí, y nosotros no podemos modelarlos y cuantificarlos en su totalidad. El daño que le hacemos a un ecosistema cuando provocamos un cambio en él siguiendo nuestros propios intereses quedará siempre infravalorado bajo este enfoque.

Así que aquí es donde surge el dilema: ¿merece la pena invertir energías y tiempo en estudiar un enfoque simplista?¿merece la pena supeditar la buena ciencia a un enfoque general que cale en la sociedad?Será porque me motiva muchísimo la idea de conseguir que la ecología se tenga en cuenta a todos los niveles, que siempre me ha gustado más conservar el medio a escala global, más que centrarme en conservar los pequeños recursos más valiosos a toda costa, será por eso que a veces me siento tentada a sumergirme de lleno en el estudio de los servicios ecosistémicos. Pero cuánto más leo, cuánto más analizo, más connotaciones políticas y menos medioambientales le encuentro al tema.

Conclusión: lo ideal sería encontrar el equilibrio entre precisión científica y aplicación real a escala global. ¿Será esto posible?

domingo, 14 de marzo de 2010

Alice in Wonderland

La mejor forma de ir al cine es sin ninguna expectativa o, al menos, no con las expectativas demaisado altas.

El jueves fuimos al cine a ver la tan esperada (sobre todo por los fans) nueva película de Tim Burton. Tras unos meses de ver los carteles con esos personajes tan Tim Burtianos, tan bien conseguidos, esos coloridos...no podía evitar que me vinieran a la cabeza imágenes impactantes, surrealistas, formas nunca antes inventadas, lo que es propio de Tim Burton. Si, además, le unimos la naturaleza de la historia de Alicia en el país de las maravillas, el cócktel presagiaba la explosión total de la gran imaginación y originalidad de Burton. ¿Qué mejor momento para mostrarnos una historia Burtoniana en todo su esplendor que en un cuento en el que una niña nada común entra en un mundo imaginario donde las flores hablan y los personajes están locos?

La película no está mal. Sin embargo, resulta muy normal para ser Tim Burton. Los personajes están muy conseguidos, el vestuario y maquillaje son impresionantes, la escenografía mejor aún. Pero aparte de la corrección de los aspectos formales, me quedé sin ver una película distinta. Entré para ver una película de Tim Burton y salí pensando en que había visto una película de Disney.

Esa es mi opinión en el conjunto de la película, pero existen momentos puntuales magníficos, la genialidad de Tim Burton asoma en flashes repartidos por la película. El comienzo de la película capta tu atención y los primeras imágenes de Wonderland impresionan para bien. Además, ésta fue mi primera experiencia con el cine en 3D y ver a Alicia cayendo por el hueco hacia Wonderland en tres dimensiones es una muy buena manera de estrenarse.

Sé que "Alicia en el país de las maravillas" aún no ha sido estrenada en España. Para aquellos que la esperáis ansiosos, supongo que esta entrada os hará bien: ayudará a rebajar vuestras expectativas y después, quién sabe, a lo mejor no compartís mi opinión y habréis conseguido entrar en el cine esperando poco y que os guste mucho. Ya me contaréis.